


Las fotografías son más que simples capturas; son auténticas lonchas de luz que se cuelan en nuestra memoria, evocando emociones y sensaciones.
Cuando un fotógrafo decide transformar un instante en una fotografía, asume el desafío de compartir con otros todo lo que ese momento representa: la belleza de la luz y la profundidad de las emociones que se entrelazan en la escena.
El pequeño éxito de cada fotografía de radica en su potencial capacidad para resonar en quienes la observan, despertando sentimientos y recuerdos que quizás ni ellos mismos conocían. Así, al mirar una imagen, transportamos un fragmento del tiempo, donde la luz y la emoción se funden, creando una conexión única y personal.
He aprendido que, a través de la lente, tenemos el poder de compartir experiencias y provocar reacciones que vibran en el alma. He llegado demasiado tarde a entender la capacidad de cualquier tipo de representación artística de transmitir emoción, de una manera muy individual, personal e intransferible. Algo sagrado en el sentido más humano posible.
Si alguna de estas imágenes que comparto logra, de algún modo, arrancar una emoción, habré logrado convertir una loncha de luz en fotografía, y eso, sin ustedes, como observadores, habría sido imposible.
Gracias de verdad
Lonchas de luz

